diumenge, 8 de gener del 2017

ROYAL CANTONES, EN EL CHINATOWN MADRILEÑO

Establecimiento: Royal Cantonés
28026 Madrid
Calle Olvido, 92
Tfn 91 500 01 61
Precio orientativo: 14€

Royal Cantonés

Cocina china, auténtica cantonesa. Brasa, dim sum, platos diferentes en un local sencillo del Chinatown madrileño, muy buena atención, precios increíbles, imprescindible reservar. Un 3,5 estrellas Pepa Pink.


LOCAL
Acceso:
Discapacitados
Aparcamiento:
Zona azul
Espacio:
Mediano (80p)
Distribución:
Correcta
Iluminación:
Bona
Mobiliario:
Sillas
Trona bebè
Limpieza lavabo:
Buena
Secador de manos:
Papel
Cambiador:
Extras:
No adaptado
PERSONAL
CARTA
Vestuario:
Uniforme
Amabilidad:
Eficacia:
Presentación:
Extensa
Plastificada
Vinos y cava:
De la Tierra
De otras tierres
Otros:
Cervezas orientales
IDIOMAS
Castellano
Chino




Se puede decir que Usera es el Chinatown madrileño. Los comercios regentados por la población oriental ocupan prácticamente todos los locales de la zona, desde peluquerías, tiendas de ropa, pastelerías, librerías, centros de oración... Por supuesto que el ocio y la restauración también están presentes y uno de los restaurantes que ha traspasado los limites del barrio es el Royal Cantonés.
Un local sencillo, frecuentado por asiáticos y descubierto por occidentales famosos. Actores, xefs, presentadores, alguna infanta... han descubierto que pueden disfrutar de la cocina cantonesa sin tener que recorrer 12.000 km y, si ellos pueden, los que no somos famosos también.

Es imprescindible reservar aunque hay quien intenta venir sin hacerlo, no es extraño ver gente en la puerta esperando. Cuando el local está completo, el nivel de ruido sube un poco, pero si vas a primera hora no hay problemas de algarabía.
Los camareros, al menos los jóvenes, hablan y entienden perfectamente el castellano; a los mayores les cuesta un poco pero se defienden. El servicio es con un ritmo más o menos constante, aunque sí tuvimos que esperar un poco para el último plato y los postres, cuando el restaurante estaba lleno por completo.


La ensalada de medusa es uno de los platos estrella pero nosotros lo dejamos para una próxima visita. Pedimos unas cervezas, agua (por cierto, solo tienen embotellada y en Madrid normalmente se pide una jarra de agua del grifo) y una copa de vino tinto Cune, D.O. Ribera del Duero.
Ante la indecisión de qué carne pedir, pedimos el plato combinado de carne, así teníamos costilla de ternera, panceta de cerdo, pato, lomo y pollo. En ese orden de preferencia según mi gusto, para otras personas de la mesa el lomo estaba de los primeros. Un poco de alga y nabo para acompañar y una salsa agridulce muy buena. La preparación de las carnes es asada y están jugosas y tiernas, con la piel de las aves crujiente.
Unas empanadillas a la plancha, son las gyozas, con buen relleno aunque la masa un poco gruesa. Cazuela de tendón de ternera, impresionante, si te gustan los callos tienes que probrarlos. La textura es gelatinosa y un poco fibrosa a la vez, muy tiernos, blanditos, en un guiso con verduras, deliciosos.
El plato de arroz frito de la casa me transportó a la infancia, cuando no había tanto restaurante chino en Madrid y mis padres me llevaban a uno en plena Cava Baja, rodeado de mesones castellanos. Este arroz es como el que comía a finales de los 70, ¡¡que rico!! Me vienen a la memoria también nombres de los platos de aquellos años como "familia feliz", "hormiga se sube al árbol", "nido de golondrina"...
Las empanadillas de pato, del apartado dim sum, se nota que las hacen ellos, el relleno tiene una textura suave, cremosilla, de chuparse los dedos.
Mi padre quería probar el arroz de gambas y los rollitos de primavera, que aunque parece que son un invento para la clientes occidentales no lo son. El arroz del estilo del anterior pero con diferente sabor, se nota que no es solo añadir gambas; y los rollos muy buenos, rellenos de carne, col, soja germinada... bien escurridos de aceite, totalmente apetecibles.

Por imperativo de Aída llegó a la mesa la panceta de cerdo estofada con taro. Cocinada despacio y con cariño, se deshace en la boca y la combinación con el cormo del taro es muy acertada. El taro es un poco más granuloso que la patata, más parecido a la yuca pero sin ser tan fibroso. Un plato que hay que pedir sin duda en futuras visitas.
Llegamos a los postres, que son pequeñitos, y pedimos tres: bollos al vapor rellenos de yema, tartaletas de huevo y pasta dulce de Malasia. Todos muy blanditos, los últimos son como una magdalena y las tartaletas de huevo son parecidas a las natillas. Como son tan pequeños y están tan buenos no cuesta nada comérselos.

La cuenta, sorprendente: 6 personas, 83€, no llega a 14€ por persona.
Un local que, aunque fuera de la zona turística de Madrid, merece la pena una visita. Hay platos diferentes a otros restaurantes chinos como las garras de oca, la ensalada de medusa, manitas o callos de cerdo... y todo a un precio más que asequible. Pero llama y reserva o harás el viaje a Chinatown en balde.

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